Ese verano.


Mi vida con Lusha al principio fue increíble.  Ese primer verano juntas y con Ñaña, aunque su presencia era casi invisible.  Le decíamos ñaña que significa niñera en ruso, ya que estaba enamorado de Lusha, no le importaba hacer todos nuestros quehaceres.  Ese verano realmente lo disfruté, no dormíamos en toda la noche, yo veía anime, y Lusha veía series coreanas, taiwanesas o japonesas, a veces mirando furtivamente hacia su litera, podía ver como ñaña le bajaba sus panties de leopardo.  Amanecía antes de las 5, y nosotras nos íbamos a jugar básquet,  o a simularlo ante el cansancio.  Una vez la administradora de la cancha nos ofreció un masaje y nos regañó por nuestro pésimo estado físico.  Luego llegábamos vuelta a casa a las 7 de la mañana y dormíamos hasta las 4 de la tarde, nunca descansábamos, esos días semieternos fueron los mejores de mi vida, probablemente.  Hacía calor y el lugar donde vivíamos estaba casi vacío.
Lusha con su pelo corto, negro y flechudo, Lusha y nuestro verano.

Nuestra dieta de ramen y cigarrillos, fumábamos Kent con alto contenido de nicotina.  El verano fue cediendo, los días cada vez más cortos.   Las patas de pollo agridulce se condensaban en su propia grasa.  El viento frío fue el comienzo de las clases, los bloques empezaban a poblarse otra vez.  Yuenchi llegó de casa, las conversaciones en chino eran cada vez más frecuentes.  Ya casi nada era divertido.  Una vez al regresar a casa vi a Ñaña llorando en nuestra puerta, Lusha se había cansado de él y por alguna razón no me compadecí.  Ella podía ser muy cruel, ya no tendríamos quien nos cocinara.  Ñaña, borracho y rojo, raspaba la puerta con sus uñas.  Lo fui apartando con mis pies para hacerme paso.  Ese día acabo nuestro verano y fue abandonándome la adolescencia.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario